El gran Año Santo del papa agrava la crisis de vivienda por el exceso de turismo en Roma
Cuando el papa salió del Vaticano a principios de mes para su tradicional salida navideña por el centro, vio de lo que muchos romanos llevaban meses quejándose: sus grandes planes para el Año Santo han convertido su ciudad en un enorme solar en construcción, con obras que obstruyen el tráfico y destrozan las principales arterias, andamios cubriendo preciados monumentos y alquileres vacacionales copando los bloques de apartamentos. El pontífice argentino instó a los romanos a rezar por su alcalde — “Tiene mucho que hacer” — pero también a recibir el próximo Jubileo como un tiempo de reparación y renovación espiritual. “Estas obras están bien, pero cuidado: ¡No olviden las obras del alma!”, dijo. La próxima semana, cuando inaugure formalmente el Año Santo, el papa dará comienzo a un vertiginoso calendario de 12 meses de actos que incluyen Misas del Jubileo especiales para los fieles de todos los ámbitos de la vida: artistas, adolescentes, migrantes, profesores y presos. Y aunque el inicio oficial del Año Santo supone que lo peor de las obras está llegando a su fin, la llegada de los 32 millones de peregrinos