Por fin está aquí un libro de cocina salvadoreña de una editorial importante. ¿Por qué tomó tanto tiempo?
La comida nunca surgió de la nada para Karla Tatiana Vásquez. Las historias siempre seguían. Cada vez que su abuela o su madre cocinaban, Vásquez sabía que algo especial se avecinaba. Su comida desveló recuerdos, especialmente sobre El Salvador, la patria de la que habían huido a finales de los años 1980 durante la guerra civil del país. Vásquez nació en el país centroamericano pero no tenía ningún recuerdo de ello. Era una bebé cuando su familia se la llevó a Los Ángeles, donde muchos miembros de la familia terminaron estableciéndose. Cuando era niño, a Vásquez le costaba mucho decir “salvadoreño” sin tropezar en la montaña rusa de una palabra. En la escuela, luchó contra la ansiedad y el sentido de pertenencia. Se sintió perdida. Pero en la mesa se sintió castigada. Entre bocados de tortilla y el plato frío de carne picada salpicón de res, la abuela, la madre, el padre y las tías de Vásquez se turnaron para desentrañar historias que sirvieron como fragmentos de un tapiz más grande que constituía su identidad. El plato favorito de Vásquez cuando era niño: salpicón de